Cuestión de Altura

Quienes me conocen saben que soy difícil de sorprender, lo cual no significa que no disfrute viendo un buen espectáculo o lo que se tercie, mucho más cuando intervienen amigos. Son justamente lo proyectos en los que intervienen amigos los que son prioridad en mi agenda. Por ello, cuando Tomás Pozzi anunció que estrenaba ‘Cuestión de Altura’ en el Teatro Español buscaba la manera de cuadrar para ir a verle, y no fue hasta que mi buen amigo y director de teatro Eric Morales pisó Madrid sonsacándome para hacer maratón (tres obras en un mismo día) que lo conseguí. Muchas eran mis ganas pero mayor fue mi sorpresa: de lo mejor que he visto en mucho tiempo.

De Tommy se puede esperar todo, es una bestia en escena. Su registro es tan amplio y su pudor tan poco que vale para todo, pero aquí brilla más que nunca. Tal vez tenga que ver la dirección de Rubén Cano, o no… para Pozzi es fácil (o eso parece) pasar de una emoción a otra sin pestaear pero que consiga que el espectador pase por todas la emociones de un momento a otro sin darse cuenta no es tan sencillo y él lo consigue. Por otro lado, debo reconocer que saber que su compañero de cartel es Martiño Rivas me daba un poco de reparo por que la única referencia que tenía suya eran los anuncios de ‘El Internado’ y el de Loewe así que, sin prejuzgar, podía esperar cualquier cosa sólo para descubrir que está soberbio. Sus primeros minutos en escena es un monólogo que defiende a capa y espada sin duda alguna en donde ya demuestra una mimetización con Pozzi solo para acentuarla en el trabajo en pareja en el que ambos presumen de una coordinación y precisión que deja al descubierto tanto el trabajo individual como en equipo que han dedicado a esto. La manera en que Martiño se ha superado a si mismo, las tablas que ha cogido en tan poco tiempo aparentando llevar tantos años en escena que alternar con un fenómeno como Pozzi estándo tan a la altura que aparentemente le supone una trivialidad, y sus movimientos aunque en momentos frenéticos no dejan de ser limpios y estéticos no dejan lugar a dudas que tiene claro lo que quiere, que trabaja por ello y que reconoce oportunidades como esta donde batirse en duelos actorales de los cuales nutrirse para seguir creciendo. Queridos colegas actores: tomad nota.

Casi hora y media de un montaje sencillo pero una entrega total y absoluta de dos actores que se entregan por completo cada función de tal manera que entran ganas compartir escenario con ellos de lo bien que aparentemente se lo pasan y de la catarsis que resulta este ejercicio. Pero ojo, sólo están en el Teatro Español de Madrid hasta el 16 de febrero así que ¿A que esperas? Imposible no ponerse de pie para aplaudir después de ver a este par dejarse la vida frente a tus ojos.

Pero ¿de que va la obra? pues como una imagen vale más que mil palabras, haz click al siguiente video

Pero si quieres saber aún más, te contaré que el guión nace de preguntarse  ¿Qué nos hace ser como somos? ¿La genética, la sociedad, la familia, la religión, nuestros valores morales o tal vez… la hipocresía? Cuestión de altura, analiza en profundidad esta cuestión, mostrándonos la imagen arquetípica del ciudadano modelo de nuestros días. Pero no siempre el éxito externo nos hace felices, ni tampoco más conscientes, lo que nos conduce a otra reflexión: quizás, cada persona no es una si no tres: la que él mismo quiere ser, la que los demás creen que es y la que es en realidad. Por eso, de vez en cuando, hay que mirarse en el espejo, porque el espejo no engaña, solo distorsiona. Pero si conseguimos mirarnos fijamente, sin tapujos ni mentiras y reflexionar, el espejo nos revelará nuestro propio rostro, lo que de verdad somos, más allá de la pura imagen. El protagonista de Cuestión de altura, se ve abocado a descubrirse en su reflejo, y debe decidir si quiere encontrarse a solas consigo mismo.